2 de febrero de 2018

Verde

¡Ay, qué tiempos nos ha tocado vivir!

Titulas "verde" tu humilde post y no puedes evitar el pensar que la gente lo leerá y pensará en ir corriendo a salvar ballenas, o algo así. Los bots tampoco me van a ayudar, ellos van a lo suyo y acabarán pidiéndome que me afilie a alguna organización o que apoye no sé qué iniciativa ecologista. Qué sabrán los bots de lechugas.

Hoy en día se ha politizado todo tanto, que ya no puedes jugar ni al "veo veo, de qué color es". Si dices amarillo, o hay risas, o bronca o un te acuerdas del meme pasado de vueltas. Andamos todos sobreleídos, sobretitulados, sobrecomentados, sobreexcitados, sobreactuados sobrebotados y sobretroleados

Estaría bien que alguien nos ayudase a respirar un poco.

Me gustó mucho un momento informativo que hubo, no hace tantos años, tanto en papel como en audiovisual, en el que la creatividad y la solidaridad cobraron una dimensión propia y muy real. Os acordaréis, seguro, en plena crisis mundial, con ese "boom" del ganchillo, las manualidades, el trapillo, el reciclaje, y del no tires nada, regálaselo a alguien o reconviértelo en otra cosa. Lo encontré muy consecuente con el hecho irrefutable que había mucha, demasiada gente sin trabajo.

Una de las cosas que me entusiasmaron entonces fue la idea de los huertos urbanos, o sociales. Lo integré a nivel individual, en mi balcón, como tantísima gente que colgaba fotos en Instagram de sus macetitas cuquis con tomates cherry. En mi caso, hierbas aromáticas. Aún las tengo ahí, que a las abejitas les gustan y hay que salvarlas también.

Pero sobretodo lo integré a nivel social. Y en ese sentido me ayudó la iniciativa de Barcelona, mi ciudad natal. Aún tengo amistades allí, de modo que he visitado un par de zonas habilitadas para el cultivo, muy cerca de donde ellos viven. 

Mirad, qué gozada ver allí a nuestros abuelos charlando y riéndose entre ellos y cavando zanjas. Que yo no sé si podría y lo digo en serio. Llamadme urbanita cuqui-hierbas de capital si queréis, pero muchos de vosotros no sabéis cómo viven muchos de nuestros abuelos en las ciudades. En las grandes, sí, pero también en las no tan grandes. Así que para mí fue una alegría verles allí, haciendo salud y amistades.

Al lado de esos dignos abuelos, los dignos emigrantes haciendo exactamente lo mismo: socializándose y trabajando juntos para que esas lechugas y tomates suban. Y la certeza de que esos brazos más jóvenes en ocasiones les deben venir de perlas, a nuestros abuelos.

Para mí fue bonito. Primero lo lees... y después ocurre. Qué bonito. 
Y qué bonita queda, esa zona de huertos en medio de tanto asfalto. 
Recuerdo que me interesé mucho por la seguridad. Me costaba creer que los vecinos no asaltasen aquella tentación en busca de tomates, o herramientas... Que en las ciudades uno ve de todo. Pues no, me respondieron mis amigos. Hasta la fecha, no ha ocurrido nada.

Debe ser que todos respetamos aquello que nos gusta mirar.

También debo decir, no sin cierta vergüenza, que no sé qué impacto tuvo ese momento tan verde en otras ciudades de este país. Porque cada vez que me pongo a buscar información a ese respecto, me encuentro con Barcelona y poca cosa más. Y eso me descorazona y me inquieta un poco. Supongo que Madrid también se sumó... supongo. Pero... ¿nadie más?

Sé que hay miles y miles de pequeñas iniciativas y de huertecitos en escuelas por doquier, para que los niños aprendan pero... ¿nada más?

Supongo que sigue habiendo miles de solares vacíos por doquier y muchos de ellos se habrán cultivado a espaldas de sus ayuntamientos. Pero es que en Barcelona se empezó justamente así. La ciudad es lo que su gente quiere que sea.

Algunos leerán esto y pensarán (otra vez la política) claaaro, con la alcaldesa que tienen... 

Pero es que entonces no estaba esa alcaldesa. Había gente organizándose. Os acordaréis de las acampadas y manifestaciones del 11-M pero... ¿de verdad no visteis a los que también cavaban zanjas en solares abandonados? Pues es una lástima.

Os lo digo porque tampoco vale la pena invertir tantas horas en estar informados, rebotados y troleados hoy en día, si al final no vamos a saber lo que está ocurriendo en la vida real, en la vida de la gente. Esa gente que aún hoy, continúa sin trabajo.

Para eso, hay que salir a pasear y abrir bien los ojos. Y si puede ser con amigos, mejor.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tus comentarios.

Popular