10 de enero de 2019

¿Las abejas son veganas?

UR1

Desde aquí quisiera romper una metafórica lanza a favor de las personas que se devanan los sesos por cosas que a la mayoría de mortales ni siquiera nos pasan por la cabeza.


Navidad. No sé qué te imaginas tú, trasnochado y furtivo lector, pero te diré que en mi enfermiza mente deconstructora de palabras debería significar "mesa". No mesa de meseta, no empecemos ya que me cabreo. Mesa de mueble, ¿vale? Mesa de mobiliario. Tampoco acepto metáforas ni florituras líricas, ¿vale? Es una puñetera mesa que el carpintero construye y sanseacabó.

Vale, pues Navidad es mesa y también reloj. Como en una increíblemente larga partida de ajedrez, con una musiquilla de fondo que reza así: "a comer, a comer y a cascaaaaar"... 

Lo pillas? Comidas que se alargan y en las que uno se sorprende hablando de cosas en las que nunca antes había reparado, de no disponer de ese tiempo extra y esa laxitud mental que proporcionan los estómagos a rebosar de grasa y dulce.

De modo que habla que te hablarás, uno de mis comensales (a veces también tengo de eso) soltó de repente que los VEGANOS NO COMEN MIEL PORQUE PROCEDE DE LAS ABEJAS QUE TAMBIÉN SON ANIMALES.

Un loco resorte se desató en mi mente. Reconozco que difícil no es, en absoluto, desatar mi mente. Está llena de locos resortes. En fin.

La cuestión es que negué hasta tres veces, cual embravecido traidor de Cristo, tamaña insensatez, fruto sin duda de una jugarreta mental propiciada por los cientos de miles de artimañas lingüísticas que nuestro cerebro procesa diariamente y que al sujeto en cuestión le estaban costando la defenestración total de demasiadas neuronas.

Le dije suavemente al comensal: "Tú debes ser gilipollas". 

En mi defensa diré que no conocía de nada al sujeto, que tuvo la osadía de sentarse en mi mesa a comer turrones, ¿sabes lo que te digo? Un gilipollas.

Te ahorraré el debate posterior. Que si los apicultores maltratan a las abejas y las desahucian de sus celdas de cera, que si las abejas son bichos sin sentimientos, que si no se hizo la miel para la boca del asno.

Curiosamente, el comensal se quedó más rato del previsto y ahora somos amigos con derecho a roce. Me pone cantidad.

¿Pero a tí qué te importará eso?
Siempre escribo de más. 

Terminaré, pues, épicamente este navideño informe, con un inesperado...

...que te den.

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